Advertencia: Si no ha visto Sexto
Sentido, El Club de la Pelea o Terminator 4, deje de leer este post. Me le voy
a tirar la película.
Con mis amigos de barrio íbamos una
vez a la semana a cine. Veíamos exclusivamente películas de acción y no había
plan familiar, abuela enferma o novia calenturrienta que nos robara una noche
de martes. Religiosamente, a las 7:00 p.m. estábamos haciendo fila en el
centro comercial.
Si alguien faltaba a
la cita, era torturado durante toda la semana siguiente. Le decíamos que se
había perdido la mejor película de su vida y que era un imbécil, por faltón, y
porque Bruce Willis siempre estuvo muerto.
- ¿Qué?-.
- Así como lo oye. Y Brad Pitt y
Edward Norton son la misma pers…
- ¡Cállese, maldita sea!-.
No sólo se matoneaba a quien se
ausentaba, sin importar qué tan válida fuera su excusa, sino que se le obligaba a participar durante toda la semana en las
conversaciones de los demás, quienes nos ensañábamos con él y nos relamíamos
con su infortunio, mientras le contábamos los puntos más importantes y el final
de la película.
Por eso, todos procurábamos no
faltar.
- Muchachos-, les dije un fin de semana. -El
martes tengo que presentar un proyecto importante. No los podré acompañar a ver
Terminator 4-.
Todos guardaron silencio. Llevábamos
semanas esperando ese estreno, y conocía bien las reglas del juego.
- ¿Está seguro de que quiere
faltar?-.
- Lo siento, señores, pero no tengo
otra opción. Pero quiero pedirles un favor-.
- Ajá. Qué sería-.
- Por nuestros años de amistad. Por
nuestra historia. Los suplico que no me cuenten el final. Hemos esperado mucho y voy a ir el
fin de semana a verla-.
El martes siguiente, tan pronto
salieron de la sala de cine, me dejaron un mensaje de voz en el celular con el
final de la película.
No lo escuché, pero mi silencio al respecto le dio paso al festival de la mala leche.
La secretaria de la oficina me
recibió varios días con un recado:
De: Andrés
Para: Juan Camilo
Observación: El robot de Terminator
tiene corazón.
Mi mamá fue una de sus primeras
opciones.
- ¿Aló?-.
- Hola mi amor-.
- Hola mami-.
- Ya sé que a esta hora estás
ocupado, pero te llamó Julián. Dijo que era urgente. Me pidió que te dijera que
el robot de Term…
Le tiré el teléfono y no le hablé
por varios días.
Recibí un mensaje de texto de un
número desconocido: “Información importante de su cuenta de ahorros. Citibank
le informa que el robot de Terminator tiene corazón”.
Mensaje de voz de una mujer
desconocida: “Juan Camilo, no sé si te acuerdes de mí. Nos conocimos en el
cumpleaños de Hernando. Quería decirte que el robot de Terminator tiene
corazón”.
Uno de tantos mensajes surtió efecto
y alcancé a leer lo que no debía. Si mal no recuerdo, fue una hoja que pegaron
al parabrisas de mi carro.
Desde entonces, comenzó una
tradición perversa. Ya no vamos a cine juntos. Simplemente, nos contamos los
finales de las películas en nuestro grupo de Whatapp y nos odiamos en silencio,
disimulando que no nos importa.
Mauricio: Vamos a ver la película de
Marvel???
Yo: El niño muere al final
Mauricio: NOOOOOOOO!!!!!
Yo: Jejejeje
Es totalmente reprochable, pero la crueldad fue
el mejor de los entrenamientos para mis conversaciones actuales, en las que mis experiencias cinematográficas no son arruinadas por la maldad de mis amigos, sino por la inocencia de mis hijos.
- ¿Papi, ya viste la película de la
niña que se muere al final?-.
- Pues… iba a verla, hijo. Pero creo que ya no-.
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