Thursday, March 15, 2007

Yo sé por qué el hombre inventó el cigarrillo

¿Quién se inventó el cigarrillo? No conteste esta pregunta aduciendo a culturas antiguas o civilizaciones de antaño. No me refiero a la época, sino a la persona. ¿Quién fue el primero que dijo: "voy a enrollar una hoja de esa mata, le voy a meter candela por una punta y a chupar por la otra, sin importar lo que pase"?

Definitivamente, sería más fácil hacer el monumento a "el vicioso desconocido" que encontrar la respuesta.

Después de mucho meditar comprendí que nunca sabré el nombre de quien inventó tan delicioso pecado, pero también entendí, con claridad evangélica, la razón verdadera por la que fue concebido el cigarrillo.

La pregunta es sencilla: De todos los cigarrillos que una persona se fuma a lo largo de su vida, ¿cuál proporciona mayor placer?

Muchas situaciones se podrían catalogar como "finalistas" en este concurso de satisfacción: Delicioso después del almuerzo, exquisito con una cerveza, espectacular en una mañana fría y perfecto con un café.

Aún así, la realidad es transparente y clara como el agua: el cigarrillo que más placer produce es el que se fuma después del sexo. ¡Y el que me contradiga nunca ha fumado o es virgen!

Además, la particular situación realza su carácter de objeto dañino, porque después de realizar una actividad física que requiere un esfuerzo cardiovascular considerable, lo más natural es optar por el reposo, y no llenarse los pulmones de humo.