Tuesday, August 26, 2008

Yo me llamo Cumbia
A mi hijo, Samuel.

Mi hijo se llama Samuel (es el de la foto). Samuel es un buen nombre. Es sonoro, fuerte, sencillo y suena bien con los apellidos: Samuel Gómez Pardo.


Escoger el nombre de mi hijo no fue nada fácil. Hice un listado de los nombres que me gustaban y lo comparé con un listado que hizo la mamá de Samuel. En el primer filtro murieron todas las opciones. Martín, Sebastián, Matías y Juan fueron descartados por un sinfín de razones que hoy no vienen al caso.

Al remitirnos a los libros que plantean el paralelo nombre/significado tuvimos más de una decepción, porque los mejores significados acompañan a los nombres más feos. Si tuviera una hija me encantaría pensar que su nombre significa “espíritu audaz”, pero esa no es razón para ponerle Ubalda (sí, eso significa Ubalda).

Cuando finalmente llegamos a un acuerdo y comunicamos a todos nuestros seres queridos que el bebé se iba a llamar Samuel (gracias, Biblia), muchos se entristecieron y algunos incluso entraron en cólera.

Soltaron frases como “no pueden ponerle así, porque así se va a llamar mi primer hijo cuando me case, si algún día tengo hijos y si algún día me caso” o “Creo que ese ya se lo había pedido Popy”.

¿Ya se lo había pedido Popy? ¿y firmó exclusividad?

Estas aseveraciones (no es por nada, pero casi siempre son femeninas) me llevaron a pensar en los nombres más comunes de los niños de hoy en día. Una buen porcentaje de las niñas responde a nombres como Sofía, Mariana, Valeria y Antonia. En cuanto a los niños, algunos de los nombres predilectos son Martín, Juan Esteban (adivinen por qué) y Nicolás.

En una piñata promedio, tres de cada cinco niñas se llaman Sofía. ¡Y claro!, las madres de los tocayos se refugian en argumentos como “mi hijo tiene un nombre muy común, pero el mío fue el primer Nicolás” (ajá, antes que Maquiavelo).

El peor de todos es Juan Camilo. Me encanta mi nombre, pero se puso de moda más tarde de lo que me hubiera gustado. Las mujeres ya no me dicen “qué lindo nombre”, sino “así se llama mi hijo”.

El llamado de Me regala para un pan es a no mendigar nombres foráneos, a menos que el apellido también lo sea. Me declaro en contra de los padres de los Jean Carlo Restrepo, de los Jason (Yeison) Moreno y, sobre todo, de los que inventan un nombre (Altanio) o mezclan dos (Bryan + Jonatan = Brayatan).

Por cierto, el hijo de Popy se llama Sebastián.