Monday, February 08, 2010

El protocolo del ignorante 

No hay nada más patético que forzar una conversación para no parecer un tonto desmemoriado. Al final siempre se llega a un callejón sin salida en el que las mujeres saben trepar paredes y los hombres tenemos las manos enjabonadas.

En julio de 2000, cuando recibí por primera vez una invitación para un matrimonio “de corbata negra”, casi salgo corriendo al Arturo Calle más cercano. Le expliqué a mi novia que mis corbatas eran azules, rojas y amarillas, pero no había una sola negra.

- Tienes que alquilar un esmoquin - , me dijo, con una risita que le duró toda la semana.
- ¿Y tú qué tienes que alquilar? ¿Un vestido negro?
- Un traje de noche. Tengo un par de trajes de coctel, pero no aplican. Sobre todo por la hora.
- Ah, los vestidos de coctel -, dije, como si un hermoso recuerdo viniera a mi memoria. En realidad no tenía idea de lo que hablaba.
- ¿Te acuerdas? Uno fue el que usé en el matrimonio de Natalia, y el otro en la fiesta de Tatis.

Mi novia podría pensar que yo era tan imbécil como en realidad lo era, pero corrí el riesgo de seguir hablando. Comencé con la retahíla de preguntas neutras que mantienen la conversación en un tono moderado y evidencian interés.

- ¿De Natalia o de Juliana? -, pregunté, acordándome de un nombre cualquiera.
- De Natalia. Al de Juliana no fuimos porque estabas de viaje.
- ¿Cuál viaje? -, dije, pensando que estaba preguntando más de la cuenta.
- No me acuerdo. ¿No fue por eso? ¿Entonces por qué no fuimos al matrimonio de Juliana?

Las preguntas neutras no me salvarían, así que opté por la desmemoria direccionada. Es decir, mostrar que no me acuerdo, pero que sí me importa.

- Ni idea. Igual, me hubiera encantado ir. Ella siempre se ha portado muy bien con nosotros -, dije, inventando una frase que parecía infalible.
- ¡Será contigo! Porque después del desplante que tuvo conmigo en Halloween-, me contestó.

Las cosas se estaban saliendo de control y yo me perdía en imágenes mentales. ¿Qué habrá pasado en Halloween? ¿Cuál será la diferencia entre un traje de coctel y uno de noche? Porque muchos cocteles son de noche. ¿Quién carajos será Juliana? Estaba ensimismado en mis pensamientos y no me di cuenta de que ella seguía con la conversación:

- No sé porqué te pidieron una prenda de fiesta y no de ceremonia. Me imagino que iremos a la iglesia.

¿Qué dijo? ¿Algo de la iglesia? ¡Dios mío! Si se enteraba que no le ponía cuidado me mataba. ¿Qué le decía? ¿Qué le preguntaba? Por fortuna tocó un tema que retumba en la cabeza de los hombres y capta nuestra atención de manera instantánea.

- Si algún día nos toca repartir invitaciones ponemos traje de calle.

Eso sí lo entendí clarísimo.

- ¿Si algún día nos toca qué?
- Nada. Olvídalo.

1 comment:

Anonymous said...

Por esas pendejadas del protocolo uno saludablemente renuncia a tales eventos de manera tajante. En lo personal, no me interesa en lo absoluto devanarme los sesos pensando en dónde reposa el código secreto que contiene las equivalencias de esas absurdas claves que no significan lo que se lee, como la famosa "corbata negra". De hecho, ese maldito código es peligrosísimo para uno, que como "traje de calle" usa camiseta y jeans... qué maluquera aguantar el calentamiento global en camisa de cuello, corbata y encima traje de paño, eso no es traje de calle sino de tortura.