Friday, April 16, 2010

Páseme un whiskey y una bala de oxígeno

Bogotá está 2.600 metros más cerca de las estrellas, pero cuando muchas “estrellas” llegan a Bogotá sufren molestias físicas.

En los torneos internacionales de fútbol Bolivia saca provecho de una de sus mayores armas: la altura de La Paz, su capital. La ciudad se encuentra a 3650 metros sobre el nivel del mar y es la quinta más alta del mundo. Por eso, para los futbolistas bolivianos es un placer ver cómo sus contendientes brasileños, argentinos y chilenos, entre muchos otros, sufren mareos en el campo de juego.

En Colombia podríamos también aprovechar la altura de Bogotá, pero simplemente no nos alcanza para ganar, porque tenemos un equipo malísimo. No podemos ni con copialina topográfica. ¡Qué tristeza!

En fin. Los futbolistas son profesionales preparados. Su trabajo es exigirse a sí mismos, su vida profesional es corta (muchos no llegan a los 40 siendo titulares) y su físico es envidiable ¿Han visto cuando alguno se quita la camiseta para celebrar un gol? Cada vez que veo eso me doy cuenta de que tengo que dejar de comer dulces y comenzar a correr por las mañanas.

Pero por más que me esfuerce nunca lograré llegar a ese nivel, porque los futbolistas hacen ejercicio desde que se despiertan hasta que se acuestan y siguen rigurosas dietas para lograr un punto físico ideal que les permita soportar 90 minutos de actividad intensa. Además, una agenda rigurosa los restringe de todo lo bueno en la víspera de un encuentro. Antes de un partido no beben, no fuman y no tienen relaciones sexuales.

Es una vida muy dura, y muchas veces esos esfuerzos se ven opacados, cuando les toca jugar en Bolivia. Debe ser decepcionante trabajar por semanas, meses o años, para terminar con mareo a la mitad del primer tiempo. Siempre pensé que esa situación era triste, hasta que fui al concierto de la banda de rock KISS, que tuvo lugar en Bogotá, el 11 de abril de 2009.

Genne Simmons y Paul Stanley, fundadores de la agrupación, nacieron en 1949 y 1952, respectivamente, mucho antes que la mayoría de los padres de los futbolistas de hoy en día. Simmons cumplió 60 años pocos días después del concierto en Bogotá.

Verlos en tarima fue un placer, un privilegio total. El único bemol fue la cara de enfermos que en varias ocasiones hicieron los integrantes. Parecía como si estuvieran corriendo un maratón. En el coro de Rock n Roll All Night hubo un instante en el que juré que Simmons se había infartado.

Por supuesto, su estilo de vida dista mucho de la disciplina de los futbolistas. Tienen sexo antes (no sé si durante) y después de un concierto, beben como si el trago escaseara e incluso fuman en algún solo de guitarra. Pero no podemos reprocharles su modus vivendi. Es los que los ha llevado a la cima. Y seguramente la cima está 2.600 metros más cerca de las estrellas.

Algo similar sufrió Axl Rose en su segundo concierto en Colombia, cuando entre canciones tuvo que recurrir a una bala de oxígeno.

Si alguien pensó alguna vez que jugar fútbol 90 minutos en Bogotá era complicadísimo, que ese alguien les pregunte a Axl y a Simmons qué tan difícil es cantar tres horas en una tarima, con luces, agua, maquillaje, sudor y cualquier cantidad de sustancias corriendo por fuera y por dentro del cuerpo.

Axl tuvo apunamiento y a Simmons le dio soroche.

1 comment:

CarolinaVK said...

Y a Chris Martin y a Jay Jay en el concierto de Jamiroquai. Es muy preocupante que no sepan y crean que pueden venir felices desde Brasil, como si nada. Como si fuera el trópico.

Y en cuanto a lo dejar de comer dulces...